15 de noviembre de 2012

Tofino, Isla de Vancouver, Canadá



Desde que salimos del bosque de árboles gigantes Cathedral Grove vamos buscando el mar. La carretera va acompañada de hermosos paisajes, lagos, árboles otoñales y pequeños pueblitos.

Los colores del otoño son nuevos para nosotros, hay muchos parques nacionales con lindos caminos. Tratamos de parar en cada lugar que vemos y disfrutar de la caída de las hojas, ya queda poco tiempo para que los árboles estén desnudos. 


Al llegar a la Pacific Rim Highway nos detenemos en la playa, hace varios meses ir a la playa no hace parte del camino. Nos bajamos con mucho ánimo de lunita y al salir el viento nos enfrió totalmente.


Para una persona del trópico es inconcebible que en  la playa haga frío. Pero aquí toco sacar toda la ropa para cubrirnos. Es cómico como nos miran, ¡si! nos vemos graciosos cubiertos con tanta ropa en la playa.


No entendemos cómo hay tanta gente surfeando con éste clima, pero es un lugar muy popular.  La playa es bastante linda y nos recuerda la costa pacífica de Colombia, con el bosque cerca y toda esas basurasitas que hace la naturaleza en el agua.


Alguien nos había dicho que la gente paga por ir a ver mal clima en Tofino, siempre está nublado, frío y la mayoría de los días del año está lloviendo. Y así parece ser, es todo un lugar extraño muy popular, donde el buen clima no es parte de las vacaciones.


Encontramos éste lindo camping en Tofino donde el sonido de las olas rompiendo en la playa se escuchó toda la noche, “Bella Pacifica Campground”  ahora en otoño por baja temporada el precio bastante razonable. Cómo había electricidad, dormimos con la cobija térmica bastante calienticos!    


Hemos tenido que aprender a divertirnos a pesar de las circunstancias del clima. Hay muchos caminos entre el bosque y la playa que valen la pena recorrer. Definitivamente lugares cómo este amerita el esfuerzo y llegar con toda la ropa mojada.

Tomamos un viaje en bote que sale desde Tofino y  pasa por varias pequeñas islas y llega hasta mar abierto. Dejamos pasar los días para esperar un día soleado y éste fue el más soleado que obtuvimos. 

Los paisajes saliendo del pequeño puerto son impresionantes. Todos esos poblados bosques se interponen entre montañas y los picos más elevados ya tienen su primer rocío de nieve. En invierno la nieve cubre mucho más las partes altas de la montaña pero no llega a nivel del mar.

Fuera del barco el viento bastante fuerte y frío. Al llegar a alta mar el oleaje se pone muy fuerte y la embarcación se mueve de un lugar a otro.  Ahí nos dice el capitán “miren por todo lado, busquen las ballenas”  Al poco tiempo aparecen dos aletas dorsales; dos ballenas jorobadas, La madre con su pequeño ballenato. Ahora nadando rumbo sur buscando aguas más calientes que las Árticas.


Sobre una pequeño islote muchos leones marinos tratando de tomar el poco sol que había. 


Éste el gran nido de un águila calva en la copa de un árbol.  Vimos volar varias águilas hacia la isla pero nunca ninguna se posó sobre este nido.  Mientras esperábamos, el capitán nos contó una historia sobre las crías de las águilas calvas. El águila pone  2 o 3 huevos,  el primero que eclosiona tira los huevos restantes fuera del nido y caen al suelo. Eso asegura la supervivencia del aguilucho ya que ambos padres deben alimentarlo arduamente y por varios meses.