Por casualidad vimos por internet esta ciudad que de bajada de Alaska pasamos por alto, Whistler. El estado de tiempo mostraba que habría nevadas por los próximos 3 días y nos animamos a devolvernos 100 km norte de carretera montañosa.
Tomamos en ferry de Nanaimo (Isla de Vancouver) a Horseshoe (West Vancouver), al llegar manejamos 80 kilómetros hasta que oscureció y paramos a pasar la noche en una zona de descanzo.
Nos levantamos tarde, madrugar cada día se hace más difícil, con tanto frío sólo provoca estar bajo las cobijas. Al llegar todo el pueblo estaba nevado, nos perdimos la nevada por 3 horas.
Whistler fue sede de los juegos olímpicos de invierno Vancouver 2010, aún los aires huelen a juegos olímpicos y los aros insignia se encuentran en un lugar muy concurrido del pueblo.
Nos alojamos en casa de Gabriel de Couchsurfing, que respondió en tiempo record la de solicitud de alojamiento. Pusimos a Lunita en el estacionamiento de la casa y aunque hacía frío, había solución con nuestra calefacción de gas.
Whistler es bastante pequeño, todo se mueve en torno al centro de la ciudad que está lleno de tiendecitas de ventas de recuerdos, ropa deportiva, restaurantes y bares por donde se puede caminar a curiosear. Faltaba un poco menos de un mes para que la temporada de invierno iniciara y abrieran las pistas de ski.
Ninguna atracción de invierno estaba funcionando, pero aprovechamos para hacer una caminata por un lugar muy concurrido hacia un lago, “lost lake trail”.
La única opción de encontrar un lugar con más nieve era tomar la glaciar road y llegar hasta la parte alta de la montaña. Parqueamos a lunita y caminamos un poco más.
En ese momento se encontraba practicando la selección Canadá de ice Tube. En este cerro está el Tube Park que tiene un deslizador de un kilómetro donde se pueden alcanzar velocidades de más de 100 km/h, muy rápido para alcanzar a captar el deportista en nuestra cámara.
El paisaje alpino de Whistler nos anima por lo que viene ahora que se acerca el invierno. En la montaña nevó casi que microscópicamente antes de irnos al pueblo, como quien dice ahí tienen un poquito de lo que andaban buscando.
Al dejar Whistler pasamos una noche más en las nubosas carreteras. Al amanecer decidimos no volver a visitar Vancouver y de un momento a otro nos animó más la idea de pasar la frontera a Estados Unidos. Pensábamos que no, pero nos dieron 6 meses más para seguir recorriendo las amplias tierras del Tio Sam. La frontera muy tranquila, lunita le causó gratos sentimientos a los agentes de inmigración. Cosas como estas nos hacen refrendar la buena decisión que tomamos al salir de viaje con nuestra “Hippie bus”.